miércoles, 6 de marzo de 2013

el alba.


Tus manos estaban presurosas. Querían, y entre tanto y tanto que querían, se volvían torpes. Toscas e infantiles. Quise ser condescendiente. Dejé mi cuerpo libre; abierto a tus caricias, a tus estocadas y tu frenesí. De pronto, entre tu respiración y tu boca posada en mi mejilla, pensé que me querías. Volteé; quería ver tus ojos esteparios, besarte con la misma profundidad que parecías desprender de tus extremos. Responder a tu llamado y a mi necesidad.  Mas cerraste tus ojos, evitaste mis labios y encrespaste tus brazos. Qué idiota puede llegar a ser uno, me dije. Tú me querías como un medio, y yo pretendiendo ser un fin. Despuntaba el alba, otra vez.

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