martes, 9 de febrero de 2010

...No sonrias o caeré (8)

Lo despertó aquel sol de mediodía que hace un rato traspasaba su ventana y se hacía a cada momento un poco más intenso sobre su rostro, aún medio inconsciente no lograba pensar ni moverse. Unos diez minutos más tarde sus ojos ya se mantenían abiertos sin esfuerzo, era momento de escapar de las sabanas, de los sueños incompletos que dejaba en esa almohada, y de ese aroma que irremediablemente lo envolvía.

Mientras buscaba su ropa perdida entre el piso se sentía tan estúpido, se maldecía y no lograba entender cómo una simple sonrisa podía desequilibrar su orden, en qué momento le había dado la importancia que no debió tener.

Lavo su rostro con un ahínco especial, intentaba despejar su mente, olvidar el brillo de esos dientes, el pelo rizado que acaricio entre sus sueños, el olor del cuerpo que se impregno al suyo entre las sabanas.

Estaba irremediable y no oficialmente perdido. Temía por él, por el riesgo al que sometía a su corazón. Necesitaba de certezas q no tenía, de realidades que aún no existían, de nubes que amortiguaran un golpe casi inevitable.

Cuando ya se prestaba a salir puso música en sus oídos, de fondo sonaba “in the air tonight” en la versión de James Farelli, su melodía caló tan hondo que por primera vez cayo de cuenta en que esto era lo más lindo y puro que había visto de si mismo desde hace mucho tiempo y que no tenía interés alguno en retroceder, en negar lo innegable, en buscar excusas o defectos.

Ícaro sabía el peligro de cerrar los ojos y saltar, tenía conciencia del dolor de golpearse contra el suelo, pero no era más que lo ineludible de volar y como decía la canción: toda su vida había esperado este momento.