sábado, 26 de mayo de 2012

mayo.

En mayo, el amor se oculta entre las sábanas, en el calor de los abrigos, en los rayos tibios de un sol esquivo. En mayo, es un imperativo no bajar los brazos, no perder la orientación de lo que hacemos, ni la sustancia de las cosas, como de nosotros mismos. En mayo, es tiempo de quitar la venda de los ojos, o de morir en el desenfreno de dos bocas. Mayo es el mes de la anarquía y el amor.

jueves, 24 de mayo de 2012

pies, no me fallen ahora.


Mi bien amado Claudio, acá, en Viña, los días están húmedos, húmedos y fríos, apropiados para mayo, para enamorarse y para escribir esta misiva. Hace tal vez una semana, cerca de las diez de la mañana y camino a clases de filosofía, vi a un hombre de figura similar a la vuestra, o a lo menos de la que tuviste hasta hace un par de años. Me pregunté si él también olería a café, si sus manos serían igual de tibias o su pecho igual de cómodo. Jamás, dije para mis adentros. Luego, no pude sino pensar en ti, le di rienda suelta a mi memoria inagotable, consciente del daño, de tu ausencia y de mi desamparo.

Así fue cómo caí bajo el peso de mis letras, pues decidí, luego de casi una semana, librarme del recuerdo, o más bien del dolor torcido que lo envuelve; no es justo para ti, no es justo para mí.

¿Recuerdas todo el tiempo que pasamos sentados en la banquita del Paseo Yugoslavo? La imagen es tan nítida: tu mano tibia sobre la mía fría, la brisa destemplada de mitad de junio, un montón de charcos sobre el piso,  el olor a tierra mojada en la plazuela. Arriba un cielo oscuro, atiborrado de nubes persistentes,  tanto como tus ojos sobre mí. Espero lo recuerdes a tu modo, quizás más pragmático que el mío, pero siempre asertivo. Fueron tiempos en donde todo me pareció tan nuevo, tan dulce y tan mío.

Mi muy querido Claudio, espero no intimidarte a estas alturas, bien sabes que mis manos rechazan todo medio de censura. Aprovecho,  sin ánimos de arruinar el recuerdo,  pedir disculpas por lo agresivo que fui en nuestro último paseo, ya ni recuerdo la razón de mi molestia, pero estoy convencido que tú no eras el problema.

¿Qué será de ti, de tu corazón o de tus sueños? Es tanto lo que jamás sabré; tanto en lo que esperé estar presente y no lo estuve; tanto lo que imaginé y tan poco lo que conocí. Espero, con toda el alma, seas carne de todos tus deseos.

Es estremecedor observar cómo ha transcurrido el tiempo, cómo las estaciones, las personas y los momentos han pasado; los recuerdos se quedan relegados en algún lugar de la memoria, como imágenes impregnadas de olor, de vida y de colores fenecidos. Eres tú el único que ha logrado traspasar los embates de la existencia misma, como si desligarme de ti fuera al mismo tiempo desprenderme de mí. Eres imperecedero y mío, como la mentira lo es a la verdad.

Recibe un abrazo dulce, el más dulce que hayas tenido ocasión de recibir.
Siempre aquí, siempre en ti;
César.