viernes, 22 de julio de 2011

el único implicado

Sí, hoy he comenzado por decir que no, he optado por ignorar a mis sentimientos más vulgares, he dado un paso al lado y he llorado como pocas veces al entender que ya no existe vuelta atrás. Cómo podría no hacerlo, cómo no lamentar el tiempo perdido, la energía, paciencia y afecto que no lograron abrir tus ojos en dirección hacia mí rostro; Es así, una vil derrota, como muchas otras, pero que hoy me toca a mí.

No sé cuánto tuve que esperar para enfrentar mi realidad con gallardía, probablemente más del tiempo del necesario, por meses o quizá años acalle mis emociones, que cual tierra fértil surgían de modo natural y tempestivo, sin contemplaciones ni vacilaciones.

No sabes el dolor que significa el escribir cada palabra, cuán hondo es el vacio de saberte fuera de mi alcance, el trabajo que será olvidarte, el recordar las noches en que me convencía de que esto no era más que un tonto enredo, una pérdida de tiempo ociosa y sin consecuencias materiales.

Ya lo he dicho, este quiebre ficticio de lo nuestro, o más bien, de lo mío contigo, es la única vía que he encontrado para liberarme del dolor, de cicatrizar la herida que yo en conciencia he decidido infringirme; esta vez no habrá víctima ni culpable, por suerte, soy el único implicado.