domingo, 29 de abril de 2012

lo inevitable.

Te observo. Te miro. Te veo. Te contemplo. Te hago mío, muy mío, tanto que no recuerdo ni tu nombre. Eres parte de mi, eres yo, como mis manos lo son de mi cabeza. Te deseo, mucho, más que mucho, muchísimo, y quizá escribir implica al mismo tiempo limitarme, es como darle un nombre a los impulsos, o trazarle una misma ruta a la sangre tibia y desbocada.

Te pienso. Te analizo. Te imagino, Te proyecto. Sea día, sea noche; sea claro, sea oscuro; sea frío, sea cálido. Veo el sol y es como ver tu cuerpo en movimiento; veo cómo caen las hojas en otoño y me acuerdo del destello de tus ojos, de tu brillo destemplado, pero tuyo propio; veo como se deslizan las gotas de la lluvia en la ventana y es casi estar frente al sudor que caía de tu espalda.

Te privo de conducta. Domino tu cabeza con la fuerza de la mía. Te cosifico. Te tomo como medio y te transformas en mi fin. El más hermoso de todos los finales.

Tengo miedo, desde punta a punta, desde extremo a extremo y desde norte a sur. Mas no por ti, sino por mi.


jueves, 19 de abril de 2012

la despedida.

Tú no eres el culpable, ni en el todo ni en la parte. Soy yo quien no ha entendido, que no te pertenezco ni tú me perteneces. Disculpa el odio que de mi tú has recibido, es más injusto que la vida, más amargo que la hiel y más duro que escribir. Caí bajo, bajo y tan bajo que ya no distingo sombras, personas ni verdades. Sé bien que no eres tú el escollo del camino, la piedra hostil que detuvo el vuelo o el pérfido asesino detrás de la cortina. Tomé y abusé de tu existencia, consumí tu imagen para no constatar la perdida inexorable de la mía. Debo – y me debo— desprender de ti, o más bien, de todo lo que he creado en torno a tu nombre. Es un imperativo, un favor, un gesto y un mejor amanecer.

domingo, 15 de abril de 2012

el amanecer.

Abro mis ojos, te veo. Abro mis ojos, me besas. Abro mis ojos, me aprietas contra el pecho. Abro mis ojos, me sonríes. Abro mis ojos, me observas. Abro mis ojos, duermes profundamente. Abro mis ojos y tú también lo haces. Abro mis ojos, me tomas la cintura. Abro mis ojos, estás sobre mi. Abro mis ojos, te vistes al costado. Abro mis ojos, me dices hasta pronto. Abro mis ojos, me tienes acorralado entre tus piernas. Abro mis ojos, huelo tu torso. Abro mis ojos, no estás.

Todo historia tiene su principio, así como todo día tiene su propio amanecer. Buscaré los míos.