Tu estadía por mi cuerpo fue más larga que el tiempo que tus
manos lo rozaron. Vaya verdad, verdad de aquellas que no resisten más
interpretación: te quise. Quise de ti como se quiere a la lluvia en el
invierno; quise quererte y que me quisieras, así de simple. Te aprisioné en un
montón de letras, en un montón de sueños, en un montón de ideas. Te robé las
alas y olvidé las mías. Te condené a un destino cruel dentro de mi propia vida,
tan inmerecido que pedir perdón aún no me resulta suficiente. Perdón por darte
un valor que no deseabas, un sentido que jamás buscaste y un final tan gris. Jugué, le aposté a la vida de cara contra la realidad, me declaré muerto una y otra
vez, y sólo hoy, cuando ver tu foto solo
habla de ti, caigo de cuenta en mi verdad. Verdad y libertad, quizá dos cosas
que jamás han podido ir por separado. Hoy ya estás lejos, mas no por mis
palabras, sino por la fuerza de los hechos. Enhorabuena.
No ha sido el sol, sino el frío quien me trajo aquí. Con él
me voy, porque él me quiere bien.
Ya lo dijo
Amy: “He walks away, the sun goes down, he
takes the day but I'm grown, and in your way, in this blue shade, my tears dry on their own(…)”