Mi cuerpo está encrespado. La brisa de verano de esta noche ha perdido intensidad. La
puerta entre abierta deja pasar el viento como si fuera un grito que se escucha
a la distancia. Hoy, entre el camino apaciguado por la sombra de los
árboles, miré al cielo y me pareció
cansado. Cansado de no ser entendido por una mente tan estrecha como la mía. Le
pedí disculpas haciendo un gesto con mis manos. Las mismas manos necias que
esta noche están más frías.
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