martes, 30 de agosto de 2011

I just need you now.

A pocos días de su muerte, el olor a rosas, claveles y otros eufemismos aún persisten en el aíre, como un recuerdo adherido a la conciencia colectiva y a la mía propia. El pasar del día a día no ha cambiado con su muerte, los vivos siguen actuando como imberbes, los niños riendo con lo absurdo, y yo por mi parte, continúo arrastrando la misma tendinitis que nunca me he tratado.

El silencio es más callado desde el día de su muerte, como si los pájaros hayan decidido no cantar y los autos acallarse. Cierro mi boca y puedo escuchar la nadería, como un eco eterno de la plenitud de antaño fenecida, cuando él vivía y yo con él.

No sé en momento terminé por sucumbir en su mirada, últimamente y durante los últimos días de su vida, he hecho una especie de reminiscencia, quitando el polvo a los recuerdos para buscar aquella tarde (por el brillo de sus ojos bajo el sol) en que lo conocí, pero por más que intento no lo sé, lisa y llanamente no lo logro; Es imposible escindir el momento de la situación, es un intento estéril de separar lo subjetivo y quedarse con el resto.

Quiero volver a enamorarme, o al menos, adherir su piel junto a la mía. Requiero la pervivencia del encanto de vivir un día más; temo olvidar, le temo al perder y a perderme junto a él

1 comentario:

Chavi! dijo...

la muerte, y por consecuencia la ausencia irremediable, es una oportunidad para volver a 0 y reencantarnos con nosotros mismos... creo q tu cuento tiene mucho de eso y pese a q percibo una cierta tristeza, también veo un dejo de esperanza...
espero no equivocarme jaja
te adoroooo
y sinceramente... Simonetti es un moco de pavo al lado tuyo, sensei :)