lunes, 27 de junio de 2011

maldita maldición

¡No me toques! ¿Acaso no has entendido cuánto me duele tener tus labios tan cerca de los míos? Sé bien cuán generosos suelen ser contigo, pero la sequedad los vuelve cada vez más agrios, inertes y desdichados. Has sido inteligente, sólo basta con observarme, mirar como mi cuerpo se contornea para ti, como mis ojos parecieran recorrer con meticulosidad cada línea de tu rostro, la intensidad con la que mi pecho se agita por tu voz o la inusual fuerza que descargo en cada abrazo.

Tan inteligente has sido que hoy me tienes como un pordiosero, deseando cada rincón que forma parte de tu anatomía, obsesionado con la cantidad de veces que te veo sonreír, con el modo o modos en el que decides darme las luces bidireccionales de ti.

No me encuentro bien, soy consciente del daño y es por eso que te pido ”no te acerques”, porque sé muy bien que no soy más que un juego, una vía de escape, cual puta de buena paga, aún cuando no sea por nada material, salvo empero, por tu cuerpo.

Ya me has escuchado, recoge tu aroma y quítalo de mí.

No hay comentarios: