lunes, 6 de agosto de 2012

el andamio de tus ojos.


Bienaventurado todo aquel que le tema a las miradas. Mirar parece un ejercicio común, una cuestión adosada a nuestra propia naturaleza, como quien camina, ríe, piensa o se alimenta. Pero no, mirar es un acto complejo. A diferencia de los más comunes actos de sobrevivencia, el mirar nos pone de manifiesto frente a otro, ante los ojos de un tercero de igual o superior poder, y de cara con las intenciones, sean estas claras o subrepticias. Mirar algunas veces es amor, deseo o idolatría, en otras es desprecio, odio o indiferencia. Es así, mirar no es mirar, sino expresar. Fue una mirada la que me trajo a estos parajes, la que incendió un montón de ramas viejas que ahora arden con desespero. Fue una mirada la que endulzo mis mañanas, tardes y noches. Fue una mirada la que me inclinó a escribir de lo dócil, lo pequeño y lo sencillo. Vaya poder y vaya verdad, lo humano y lo divino jamás estuvieron más cercanos.


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