jueves, 26 de noviembre de 2009

Como ícaro en el sol (...)

No podía conciliar el sueño, el temor parecía consumir abruptamente sus sentidos, su mente se había convertido en una pesadilla incesante, y por primera vez en su vida no tenía más alternativa que llorar. Ya nada se podía hacer, toda la secuencia, todo el ruedo de casualidades se encontraba lógicamente enlazado.

Que difícil se hacia el no mirar atrás, el desprenderse sin más de toda una vida para hacer la propia, el buscar dentro de si los agujeros que se había empeñado en ocultar, quitar el polvo que poco a poco se había acumulado sobre sus deseos originarios.

La verdad, es que esa noche, en ese dormitorio y en esa cama se vivía un funeral, una despedida que olía a esperanza y ansiedad...


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